sábado, 25 de junio de 2011

Monopoly, edición Murcia

Hace un par de años nos desayunamos con la noticia de que la multinacional juguetera Hasbro lanzaba la edición murciana de su juego más clásico, el Monopoly, dedicado a las transacciones inmobiliarias y la especulación como divertimento.
En la hemeroteca podemos comprobar lo especialmente significativa que fue la asistencia a dicha presentación de nuestro Alcalde de Murcia, Miguel Ángel Cámara, en pleno mes de diciembre de 2007, es decir, en el momento justo de iniciarse la mayor crisis del mercado financiero e inmobiliario mundial, español y de la Región de Murcia.

Y significativa fue, porque el alcalde no sólo ostenta la máxima representación de los murcianos, sino que además era el Presidente de la Gerencia de Urbanismo de Murcia, que sorprendentemente acaba de desmantelar. Lo que no sabemos es si asistió al evento en calidad solamente de Alcalde, o para demostrar sus amplios conocimientos del juego en cuestión.
La realidad es muy tozuda, y se impone a las casualidades, puesto que en esa fecha se acababan de suscribir los dos últimos convenios de la Zona Norte del municipio de Murcia, en lo que supuso la culminación del modelo del urbanismo a la carta, llevado a la máxima expresión por el equipo de gobierno del consistorio murciano.
Lo explicaré en términos sencillos, huyendo de lenguaje técnico. Cual si fuera un tablero de Monopoly, el Plan General de Murcia, aprobado en 2001 en solitario por el PP, permite en determinadas zonas como la norte, que los propietarios de suelo se lancen a una subasta de ofertas, compensaciones, contrapartidas y demás aspectos urbanísticos, a cambio de que el ayuntamiento les multiplique por cinco veces la capacidad de edificar en dichos terrenos.

Viviendas Monopoly en Hageneiland, La Haya. MVRDV, 2001
Y todo ello sin que los términos de esa negociación sean conocidos hasta que el borrador del acuerdo, el famoso “convenio urbanístico”, aparece ya redactado para su aprobación en el Pleno Municipal.
Es decir, que lo que debería ser una planificación ordenada y razonable del territorio, en función de las necesidades demográficas, sociales y urbanísticas de la ciudad, queda anulada por la negociación a la carta, y la planificación a golpe de convenio.
Todo ello nos convierte en una ciudad sin modelo de crecimiento, con grandes desigualdades por zonas, con gravísimas carencias de infraestructuras en las zonas de convenio (no insistiré en que se tarda más en llegar Nueva Condomina en un día de fútbol que ir hasta Cartagena), y con una densidad de edificios desmesurada, que veremos crecer en las próximas décadas. Esperen a ver toda la zona norte plagada de edificios de 12 a 15 plantas, con unas 25.000 viviendas.
Y a cambio de todo eso, nuestra ciudad quedará hipotecada de por vida, porque las infraestructuras y los edificios no se pueden mover como las casas y hoteles de plástico del Monopoly.
Y en contrapartida ¿qué obtenemos los murcianos?: las migajas de los beneficios multimillonarios que obtienen los propietarios que suscriben los convenios. Unas migajas que apenas nos darán para cubrir los gastos de las incontables carencias de las nuevas zonas: cientos de policías de regulación los fines de semana, la instalación posterior de un tranvía, el gasto en duplicar puentes a posteriori, las miles de horas perdidas en atascos, etc.
Es decir, que en la mayoría de estos convenios, podrían haber primado los intereses de los propietarios de suelo, por encima de los intereses generales de los murcianos, a quienes se supone que debe representarnos el Alcalde, que estampó su firma en todos y cada uno de los convenios.
Así que ya tenemos la partida perfecta configurada: el Plan General de Murcia como tablero de juego; la zona norte como casillas más cotizadas; edificios de hormigón en sustitución de casas y hoteles de plástico; billetes de 500 en lugar de dinero Monopoly; y unos jugadores a los que todo el mundo conoce. ¿Y la banca?: seguramente quedó en bancarrota.
Lo malo de esta partida, es que algunos jugadores, no tuvieron en cuenta al empezar a jugar, que hay una casilla que impide jugar durante tres turnos seguidos. Cada cual que tire sus dados.

miércoles, 8 de junio de 2011

Ocho años de urbanismo... A modo de despedida.

Aprovecho esta entrada de mi blog para transcribiros el contenido de la carta que he remitido a todos los contactos que he hecho durante estos ocho años de oposición en el Ayuntamiento de Murcia.

Estimados/as compañeros/as y amigos/as

Soy Marcos Ros Sempere, y os escribo estas líneas de despedida como concejal en funciones del Grupo Municipal Socialista en el Ayuntamiento de Murcia. Aprovecho esta ocasión para agradeceros a todos la confianza que habéis depositado en la representación política que desde el Grupo Socialista he ostentado. Han sido ocho años intensos de actividad, trabajando por un modelo urbanístico más justo, equilibrado, sostenible, y diseñado a la medida de los ciudadanos, frente al modelo dictado por los poderes económicos o mediáticos.

En el Salón de Plenos del Ayuntamiento


Entre los temas que más tiempo me han ocupado, algunos han calado en la conciencia colectiva, como la lucha contra los convenios especulativos de la Zona Norte y las recalificaciones en el Campo de Murcia, o la apuesta por una regeneración del Barrio de La Paz promovida por la iniciativa pública. Aunque ha costado mucho esfuerzo, pasado el tiempo, algunos de ellos van dando frutos.
También la atención a ciudadanos en sus demandas personales o colectivas, que en ocasiones hemos conseguido solucionar, y que otras veces han sufrido el rodillo del gobierno Popular. Entre ellos no me quiero olvidar de los vecinos de Senda de Granada, los realojados del CR5 y CR6, y tantos otros que me han mostrado el rostro humano de la política.
He intentado impulsar nuestras propuestas para un urbanismo diferente, trasladadas en los Plenos celebrados en estos ocho años: regeneración de la Cañada Real, prolongación de la Ronda Sur, impulso al Plan de Vivienda Municipal… y otras muchas que quedan en los archivos del Ayuntamiento.
Seguramente algunos asuntos quedan en el tintero.

Pero lo más importante para mí ha sido el contacto directo con cientos de personas a las que he atendido, siempre en la medida de mis posibilidades, compatibilizando mi trabajo personal con la representación en el Ayuntamiento. De todos ellos guardo un grato recuerdo, así como de todos los compañeros del Grupo Municipal Socialista con los que he compartido estos años.
Sirva esta carta como agradecimiento a todos vosotros, por haber estado ahí, apoyando, criticando constructivamente, o simplemente, siguiendo nuestra labor.

A partir de ahora continuaré, como hasta ahora, con mi actividad profesional como arquitecto, y con mi tarea como profesor de urbanismo en la Universidad Politécnica de Cartagena. Desde allí intentaré transmitir a los futuros arquitectos de la Región de Murcia la pasión por un urbanismo diseñado a la medida de los ciudadanos, que genere espacios para la convivencia, la mejora de la calidad de vida y el respeto al medio ambiente.
Sigo a vuestra disposición para cualquier consulta que podáis requerir. Y por supuesto, sigo militando en el PSOE y tratando de construir un proyecto ilusionante.

Un saludo a todos y muchas gracias.

jueves, 2 de junio de 2011

Tranvía a ninguna parte

¿A dónde va el nuevo tranvía de Murcia? Sencillamente, a ninguna parte.
Está claro que uno de los problemas acuciantes de las ciudades del presente es la movilidad. Los problemas de atascos continuos y la dificultad de los ciudadanos para ir de un sitio a otro, que complican su vida diaria.
A esto le unimos el enorme costo económico y ambiental que supone la movilidad privada, cada ciudadano con su coche a cuestas a todos sitios.
Resulta que hace siglos nos agrupamos en ciudades para ser más cómodos, eficaces y sociables… y ahora estamos justo en las antípodas de esas intenciones iniciales. Y hay que buscar soluciones, pero el Tranvía de Murcia, no es la solución.
El tranvía de Murcia es caro: 9 millones de euros nos costará a todos los murcianos durante 40 años en presupuestos municipales: total 360 millones de euros. Más de 20 euros por habitante y año que pagaremos por ese tranvía, sin usarlo. Porque si lo usamos, añadiremos un euro por trayecto, por pequeño que sea.
El tranvía de Murcia no va a ningún sitio: está diseñado para favorecer el negocio de una universidad privada donde acaba un extremo de la línea, y de un centro comercial, donde acaba el otro extremo. Eso, y también para que los propietarios del suelo donde se van a edificar 3500 viviendas junto a Nueva Condomina, tengan más facilidades para venderlas.
Ahora podrán poner el cartel: “viviendas a 5 minutos de Murcia en tranvía”.
El tranvía de Murcia no sirve a los murcianos: los murcianos que se desplazan diariamente de pedanías al centro, se quedan al margen. El gran polígono industrial del municipio, al margen. El gran hospital de la región, al margen. Las estaciones de tren y autobús, al margen.

Foto: (cc) Pedro J. Pacheco (no copyright)

El tranvía de Murcia no permite la intermodalidad. No hay consignas ni aparcamientos de bicicletas en sus paradas. Las paradas no están conectadas con paradas de bus urbano e interurbano; más bien al contrario. Las paradas de bus van por las orillas de las avenidas, y las del tranvía por el centro. El viajero deberá bajar, buscar un paso de cebra, cruzar, ir a la parada del bus, y esperar que pase… lamentable.
El tranvía de Murcia, no recupera el espacio público para el ciudadano. Más bien al contrario, le roba espacio público. Hemos visto en ciudades como Zagreb, Amsterdan, Sevilla, Vitoria y muchas otras, cómo se han eliminado los coches de grandes avenidas, y se han dejado libres para el peatón en su totalidad, y compatibles con la bicicleta y el paso de tranvías por ellas. Todo un ejemplo de nuevo espacio público para disfrute ciudadano.
Si el tranvía de Murcia es caro, no va a ningún sitio, no sirve a los murcianos, no permite la intermodalidad y no recupera el espacio público… ¿por qué se empecina nuestro alcalde en construirlo e hipotecar nuestro futuro económico y nuestras calles para los próximos 40 años?
Será mejor que le pregunten a él… pero dudo que nos dé la verdadera explicación que sólo él conoce.