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sábado, 27 de diciembre de 2014

Y cuando aterrice… ¿qué?



El culebrón del aeropuerto de Corvera tiene visos de ser serpiente de verano, invierno y durar unos cuantos años más. Vamos escuchando, día sí, día también, que se abre enseguida, que un año más, que otra vez en un par de meses, que ahora toca esperar… en una suerte de desenfreno de noticias, que se hacen más insoportables y falsas, cuanto más se acercan las elecciones autonómicas.


No entraré ahora, por lo kafkiano de la situación, en si el aeropuerto de Corvera era necesario en la Región o no lo era; o en si su uso es compatible o no con el de San Javier; o en las razones por las que el entonces Ministro Trillo (PP), decidió contratar en 2002 la ampliación del edificio Terminal de San Javier y una segunda pista, mientras que el Presidente Valcárcel (también PP) apostaba por el nuevo aeropuerto de Corvera. Seguramente entraríamos en uno de los capítulos más lamentables de la lucha política (dentro de un mismo partido) y, por qué no decirlo, del provincianismo más provinciano.


Dando por hecho que existe un aeropuerto terminado, listo para el uso, y que los murcianos podemos ver gracias a Google Earth (no podremos acercarnos mucho más por carretera), es de suponer que algún día aterrizarán y despegarán aviones de su pista y, presumiblemente, alguno de esos aviones llevará pasajeros, locales o foráneos, en viaje de placer o de negocios. Digo “algún día” porque tras dos años acabados, y a vueltas con el culebrón… quizás termine siendo una pista de baile.

Imagen de Google Earth



Volviendo a los pasajeros, hace años que vengo preguntándome: “y cuando aterrice ¿qué?”

La respuesta es la de siempre en esta Región: nada. O llamar a un familiar o taxi a que te recoja. Esa es la triste realidad.


Todo empezó en 2001 cuando se redactó el Plan Director y se constituyó la Sociedad Aeropuertos de Murcia, y me pregunto: ¿en catorce años no ha habido tiempo de planificar infraestructuras de conexión por transporte público a los principales núcleos de la Región?

Cualquiera que haya viajado en avión, sabrá que lo habitual al llegar al aeropuerto de destino, es buscar el metro, el tren, o las líneas de autobús que parten desde el aeropuerto a los principales destinos de la zona. Cualquier aeropuerto de destino, menos el de San Javier, y por lo que se ve, igual sucederá en Corvera.


No hay previsión de una línea de cercanías que enlace el aeropuerto con Lorca, Murcia y Cartagena; o un desvío en el futuro AVE, con parada en el aeropuerto; o una línea directa de lanzadera desde Murcia. Nada previsto, y nada ejecutado. Los murcianos tendremos que conformarnos, en el mejor de los casos, con una línea de autobuses (siempre que los gremios taxistas no presionen tanto para impedirlo).


En el peor de los casos, como es habitual, dependeremos de nuestro coche (caro e insostenible), o tendremos que molestar a algún familiar o amigo que nos pueda llevar.


Porque cuando alguien venga a visitarnos, por placer o trabajo, nos preguntará: “Y cuando aterrice ¿qué?...  Catorce años después, seguiremos sin saber contestarle.

Publicado en Territorio Compartido, de El Pajarito, el  23 de diciembre de 2014

Soterramiento: ¿instrumento o fin en sí mismo?



Han transcurrido casi 20 años desde que en mayo de 1995 Miguel Ángel Cámara accediera al bastón de la alcaldía de Murcia, blandiendo como arma una de sus grandes promesas electorales: conseguir el soterramiento del tren para la ciudad de Murcia.

En 20 años ha habido ciudades españolas que han sufrido importantes transformaciones como Bilbao, Sevilla, Valencia, Málaga o incluso Cartagena en nuestra Región. Han sido 20 años en los que la infraestructura ferroviaria sigue en Murcia exactamente como estaba en 1995. En definitiva, 20 años perdidos en los que el soterramiento ferroviario ha pasado de ser un instrumento para la vertebración de una ciudad, a ser un fin en sí mismo, sin más.

Por el camino han quedado abandonadas innumerables posibilidades de desarrollo equilibrado y progreso para nuestra ciudad: la aprobación del Plan General condenó a los barrios del Sur, (con o sin soterramiento), a no integrarse jamás en el conjunto urbano del centro; el traslado de las líneas férreas de la Cordillera Sur, abandonando su paso por las pedanías de la costera; la creación de una caótica Zona Norte sin estructura urbana y bajo sospecha judicial; o la construcción de un ruinoso tranvía con destino a los terrenos de los siempre amigos Samper y Mendoza.

Mientras tanto, cada martes por la tarde, año tras año, los vecinos de los barrios del Sur han reclamado junto al paso a nivel de Torre de Romo el soterramiento de las vías y la integración de sus barrios con el resto de la ciudad. Tanto tiempo ha pasado, que el soterramiento es ya un fin en sí mismo. Se trata del “todo o nada”.

Imagen de elpajarito.es

Pero este debate maniqueo oculta la realidad urbana de los barrios del Sur de Murcia. Si finalmente se consigue el soterramiento, necesitaremos una idea de ciudad, un modelo de permeabilidad, una intención clara de integración, unión y vertebración que repare la injusticia que han sufrido los vecinos del Sur de Murcia, siempre olvidados por quienes nos dirigen, con la mirada puesta hacia el Norte.

Ahora surgen dudas razonables sobre la ejecución final del soterramiento y asistimos atónitos al espectáculo final de la chapuza e imprevisión de este equipo de gobierno municipal, agotado, resquebrajado, desprovisto de ideas y bajo sospecha.

Si finalmente los murcianos conseguimos esta obra, necesaria e imprescindible, ¿alguien conoce cuál es el proyecto que tiene nuestro alcalde para integrar los barrios del Sur con el resto de la ciudad? Por el momento, poco más que una gran avenida, y una serie de edificaciones, sin voluntad de integración. Es decir, habremos evitado el peligro de arrollamiento y la degradación visual actual, habremos ganado la batalla… pero sin proyecto de integración, la ciudad seguirá dividida, aunque no veamos el tren.

Si quieren un ejemplo, vayan a Beniaján o San José de la Vega, y pregúntense si después de desaparecer el tren, y tras más de 6 años de abandono, les parece que algo se ha avanzado en la unión y vertebración a un lado y otro de las vías.

En definitiva, Soterramiento sí, pero no como un fin, sino como un medio para alcanzar un proyecto de unión urbana y real de la ciudad de Murcia.

Publicado en la sección Territorio Compartido, de el diario El Pajarito, el 07 de diciembre de 2014

domingo, 3 de abril de 2011

En vía muerta

En estos últimos días he tenido la ocasión de comprobar en persona, la auténtica chapuza que supone la nueva avenida Fica – Beniaján, que coincide con lo que yo ya había vaticinado y denunciado reiteradamente antes de su inauguración.
Quizá pueda parecer duro el calificativo que acabo de expresar, pero seguro que si me permiten detallarles el estado de esta vía, coincidirán conmigo en que todavía se le podría calificar más duramente.
Desde el equipo de gobierno llevan años vendiéndonos día y noche, y mucho más desde el fichaje de la nueva concejala de Medio Ambiente, que apuestan por la “movilidad sostenible”. Y digo vendiéndonos, porque poco más han hecho; y porque como vulgares charlatanes de feria, todo aquello que nos venden, resulta ser inútil o totalmente falso al llegar a casa.
Así la avenida recién inaugurada consta de dos carriles por sentido para vehículos de motor, y una escasa y reducida mediana que separa los dos sentidos de circulación.
Y nada más.
Aunque parezca increíble, después de tres años de retrasos en su inauguración, no se permite otro tipo de circulación que no sea en vehículo privado.
No dispone de un arcén lateral que permita paradas momentáneas, por cualquier avería o contingencia urgente. Tampoco dispone de un bordillo de remate o un quitamiedos que la separe de las huertas circundantes, a casi un metro de desnivel. Ya saben, cualquier salida de la vía, acabará seguramente con un vuelo raso hasta las copas de los limoneros, o en el mejor de los casos, podrá aterrizar suavemente sobre la plantación de lechugas más próxima.
La vía no dispone del prometido paso subterráneo en el cruce con la avenida Miguel Induráin, lo cual multiplica el efecto barrera que ya se producía en el Cruce de los Dolores, al llegar los vehículos desde Beniaján al semáforo que regula esta intersección.
Como si transitaran por el cuarto anillo del “Infierno Dantesco”, los coches están condenados a vagar de un extremo a otro reiteradamente, sin posibilidad de parar, dar la vuelta, o salir hacia otra vía. Y como en aquél anillo, lo harán eternamente, porque la actual quiebra económica de este ayuntamiento no augura nuevas inversiones para los próximos años.
Todo ello, en una vía exclusivamente diseñada para el vehículo.
Porque tampoco existen aceras peatonales. Parece increíble, pero no las hay. Les animo a visitarlo, porque parece mentira que una avenida urbana, que conecta barrios como el Infante Juan Manuel, y pueblos cercanos como Los Dolores, el caserío de La Azacaya o el Rincón de Villanueva, con la pedanía de Beniaján, en un tramo de apenas unos kilómetros, no disponga de aceras para el desplazamiento a pie, ya sea por ocio o necesidad.
Si hablamos de movilidad en transporte alternativo, nada bajo el sol. No existe carril bici, ni posibilidad de instalarlo. Qué fácil hubiera sido para miles de vecinos de Beniaján, ir a Murcia en bicicleta, en tan sólo unos minutos.
Tampoco hay carril bus, ni reserva para la instalación de un futuro tranvía. De eso nada. Los vecinos de Beniaján y la cordillera Sur, siguen con su autobús de siempre, por la vieja carretera, y no dispondrán de tranvía. Seguramente porque siempre han sido ciudadanos de segunda categoría para este gobierno municipal.
¿Dónde queda la movilidad sostenible, señora concejala de Medio Ambiente? Si toda alternativa al vehículo privado sigue siendo el vehículo privado. Si no solucionamos los atascos y las carencias de vías rápidas del municipio de Murcia. ¿Dónde queda?
Por eso creo que esta vía ya nace muerta, porque sólo es un by-pass de Los Dolores, que desemboca y muere en la misma carretera de toda la vida.
La prometida vía urbana a lo largo de toda la cordillera sur, sin atravesar los pueblos, seguirá esperando sine-die. A los pocos kilómetros de entrar en este anillo dantesco, una curva cerrada nos devuelve a la realidad de Murcia: la de las carreteras del s.XVIII, reasfaltadas, parcheadas, llenas de curvas y semáforos, y atestadas de vehículos y retenciones.